La ruta hacia Galicia

Año tras año el camino de Santiago se está convirtiendo en un destino predilecto para muchísimas personas que buscan o bien su espiritualidad o bien una experiencia única y enriquecedora tanto espiritualmente como físicamente. Mucha gente lo hace por motivos religiosos, aunque no suelen ser los únicos, mucha gente lo hace simplemente para hacer algo diferente en sus vacaciones, algo que no habían hecho antes y que en muchos casos acaban repitiendo varias veces.

El mayor inconveniente del camino de Santiago es que después de darse una paliza todo el día caminando, cuando llegas a los albergues te das cuenta de que están llenos y que no vas a poder dormir como te habría gustado y lo más injusto de todo es que muchos grupos de gente llevan coches de apoyo que les ayudan en el transporte equipaje camino de santiago, y como en coche llegan antes a los albergues, ocupan camas con mochilas de gente que todavía no han llegado, y la gente que hace el camino sola y sin un coche de apoyo está en una clara desventaja ya que después de un duro día tiene que buscarse la vida para poder dormir en condiciones dignas.

En el camino de santiago puedes encontrarte con gente que lo hace andando que es la forma más usual de hacerlo, también puedes encontrarte con gente que lo hace en bicicleta que es una forma de hacerlo que se está poniendo muy de moda ya que es una forma sencilla de avanzar muchos kilómetros sin tanto esfuerzo como si lo hicieses andando, y también puedes encontrar gente que lo hace a caballo que es una forma en la que puedes hacer el camino de santiago sin hacer mucho esfuerzo ya que apenas te cansas, como mucho te dolerá la espalda y el culo de ir montado pero lo bueno es que no tendrás ni agujetas ni las molestas ampollas que tanto incordian a los caminantes.

En general da igual los motivos por los que se haga el camino de santiago, lo más importante es intentar pasárselo bien,conocer gente y tener una experiencia que contar.

¿Puedo tomar queso si tengo intolerancia a la lactosa?

Esta pregunta es más habitual de lo que pensamos entre la gente que sufre intolerancia a la lactosa. Quizás nos parezca en principio totalmente improcedente, si sabemos cuáles son los lácteos y sus derivados, sabemos que el queso está entre ellos y que, por tanto, no debería de tomarse.
Pero la respuesta no es así de sencilla. No se trata tan solo de saber cuáles son los derivados lácteos, sino también qué cantidad de lactosa contiene cada uno de ellos. Y, todavía más importante, que grado de intolerancia se sufre.
Algunas personas, debido a un problema gástrico o por causas sin determinar, dejan de producir lactasa, una enzima presente en el intestino y que es la encargada de digerir la lactosa de la leche. Cuando no se produce lactasa o no se produce en cantidades suficientes, comienzan a aparecer síntomas como los gases, las diarreas o los cólicos.
Aunque estos son los que más se notan y los síntomas más habituales, también pueden aparecer otros igualmente molestos, como fatiga o malestar general. Incluso algunas personas llegan a sufrir de fiebre.
La intolerancia a la lactosa tiene diferentes grados dependiendo de la cantidad de lactasa que siga produciendo el intestino. Hay personas que solo con tomar un producto que pueda contener trazas de lactosa ya nota los síntomas. Incluso con un simple medicamento.
Pero otros pueden tomar chocolatinas o incluso pueden consumir sin miedo yogures. Esto es así porque la leche, al fermentar, lo hace consumiendo sus azúcares entre los que está incluida la lactosa. Por eso, los yogures son mejor tolerados por muchas personas con problemas para digerir la leche.
Con el queso pasa exactamente lo mismo. Cuanto más curado está un queso menos presencia de lactosa hay en él. Por eso el queso fresco es el que peor sienta a los intolerantes, pero quizás si pueden comer sin problemas un queso curado fuerte
Muchas personas no entienden que se trata de un problema de enzimas digestivas del intestino y consideran que los intolerantes son personas “delicadas del estómago” y por eso les cuesta comprender que una comida fuerte, como un queso añejo, sea más beneficiosa para ellos que un queso fresco, considerado suave y adecuado para personas delicadas.
Por suerte, cada vez se encuentran más productos derivados lácteos a los que se ha añadido lactasa de manera artificial. Son los denominados productos sin lactosa.

La luz no será un problema

Los estores solares son la evolución estética y práctica de aquellas láminas en colores dorados que solían ponerse en los escaparates de algunos comercios y que aún conservan en algunos para desgracia de nuestras retinas.
Estos plásticos impedían que la luz del sol estropeara los productos expuestos, especialmente si se habla de alimentos, como los pasteles de una dulcería. Pero también la ropa de una tienda o los productos electrónicos.
Lo malo es que además de tapar el sol, estos plásticos no dejaban ver el escaparate en sí mismo dándole un aspecto como de otro mundo. Todo estaba distorsionado, los colores de la ropa no tenían nada que ver con los reales y era imposible ver con claridad los detalles de muchos productos.
Prevenían el sol sí, pero también evitaban que el escaparate cumpliera su misión. Pero ahora esto es mucho más fácil. Los estores para proteger del sol son, para empezar, mucho más estéticos. Aunque puedan dar un cierto tono dorado o negro al escaparate permiten ver con claridad lo que hay dentro.
Sobre todo no dan una imagen poco cuidada del mismo, sino que se ven modernos, bien instalados y con un acabado de calidad. Incluso pueden instalarse con un sistema mecanizado que evite tener que entrar en el escaparate para subir o bajar el estor.
Esto se hace desde un mando a distancia e incluso se puede programar para que los días que no se abre el negocio, se baje el estor en las horas de sol para evitar que este tape el escaparate durante todo el día.
Los estores solares también se pueden instalar en casa, aunque en estos casos son diferentes ya que el objetivo es que el sol no entre pero sí la luz. Pero no queremos que nos puedan ver desde fuera, es más, incluso es mejor que no nos vean.
Por eso, en estos casos lo mejor es optar por estores como los que regulan la entrada de la luz al tener franjas de dos tonos que se pueden combinar. Unas son más oscuras y no dejan entrar la luz y las otras más claras y permiten que entre el sol. Al regular el estor se regula la cantidad de luz que entra.
Estos son perfectos para los amantes de las siestas o aquellas personas que duerman de día debido a sus horarios. También para la habitación del bebé.

La casa de tus abuelos puede ser la de tus hijos

Las casas antiguas pueden ser las mejores. Quizás te haya quedado en herencia el viejo piso de tus padres y te estés planteando si venderlo o si debes de invertir en rehabilitarlo. Para saber qué hacer lo primero que tienes que plantearte es:
-¿Dónde está situado? En muchos casos estos pisos antiguos están situados en buenas zonas, como el centro de la ciudad. Se trata de lugares en los que el suelo tiene un alto valor por lo que estamos hablando de pisos caros que si se quisieran comprar hoy en día valdrían mucho dinero.
Pero debido a los problemas del mercado actual seguramente no puedas obtener lo que vale, con lo que al venderlo posiblemente estuvieras perdiendo dinero.
-¿El edificio está en buenas condiciones? Esto es muy importante porque si el piso está viejo puede rehabilitarse con facilidad, pero si el edificio está en muy mal estado no va a valer la pena. Por el contrario, si el edificio está bien y ha sido arreglado, el valor del piso será alto incluso antes de reformarlo.
-¿Lo necesitas? Si vives en alquiler o tienes hijos seguramente el piso te puede venir muy bien tanto para dejar de pagar cada mes como para dejar que uno de tus hijos se instale ahora o en el futuro.
Si cumple todos los requisitos no lo dudes, llama a una empresa de rehabilitación y pide presupuestos. Una vez que la casa esté totalmente reformada puedes plantearte si ir a vivir a ella o si dejarla para que, por ejemplo, uno de tus hijos pueda independizarse y quizás formar su propia familia.
Al rehabilitar el piso no solo estás dejándolo impecable para poder utilizarlo, también estás elevando el valor de la casa y consiguiendo incrementar tu patrimonio. Por tanto, el dinero que se invierte la obra del piso se puede considerar una inversión y no un gasto.
Al rehabilitar el piso puedes optar por respetar su aire clásico, aprovechando para decorarlo al mejor estilo vintage. Pero también puedes modernizarlo y convertirlo en un piso con todas las comodidades y con las últimas tecnologías.
La rehabilitación no tiene por qué realizarse toda de una vez, se puede llevar a cabo en varias fases según mejor convenga. El piso de tus padres tiene todavía mucho futuro y ¿quién sabe? Quizás sea el escenario en el que veas crecer a tus nietos dentro de algunos años.