El lujo de comprarse un coche nuevo

Recuerdo que cuando era niño e iba en coche con mis padres solía aburrirme bastante en los viajes largos. Por aquellos tiempos no existía internet ni el DVD incorporado al asiento ni nada parecido. Tampoco tenía una GameBoy, así que para pasar el rato solo me quedaba escuchar música con mi walkman o mirar por la ventana. Y como me gustaban los coches, a veces me dedicaba a contar las marcas de los coches con los que nos cruzábamos: un BMW, un Mercedes, un Citroen, etc.

Ahora sigo haciendo algo parecido cuando voy andando por la calle… Me gusta fijarme en los coches que dominan el barrio. Y no hay duda de que los SUV son una verdadera pasión por aquí, especialmente el X5 de BMW. Y entonces me pregunto de dónde sacan el dinero estas personas para comprarse un coche de estas características. ¿Son todos millonarios? ¿Me habré perdido algo?

Mi último coche es un seat segunda mano. ¿Por qué no me compré un X5 o un coche de esas características? Primero porque no tengo dinero. Y segundo porque, aunque lo tuviera, no querría gastar tanto dinero en un coche. No cabe duda de que el vehículo particular es un elemento que genera un cierto status. Podríamos hablar de seguridad, de eficacia, etc. pero, en el fondo, se trata proyectar una imagen. Sucede lo mismo con la ropa u otras cosas, pero la diferencia es que el coche es mucho más caro…

Para mí el coche no representa más que un medio de transporte que me lleva de un lado a otro. Un medio de transporte casi imprescindible en nuestros tiempos, pero cada vez menos. Siempre comentó con mis amigos y conocidos que en un futuro a medio plazo, hablo de bastantes décadas, el coche particular desaparecerá de las ciudades y el ser humano volverá a conquistar el entorno que, hoy en día, está pensado para el coche.

Dentro de 100 años los humanos hablarán con extrañeza de aquella época en la que en las ciudades existía un vehículo contaminante que organizaba el trazado de las mismas. Mientras llega esa época, que no yo no veré, prefiero contaminar con mi seat segunda mano.

Noches de insomnio con la teletienda

La teletienda siempre nos despierta todo tipo de chascarrillos e ironías varias. La estructura de estos programas es un poco surrealista, con presentadores con un chute extra de entusiasmo, pruebas en directo de las bondades del producto en cuestión y nombres alucinantes tipo Super Nitro Razor Plus 7000. La teletienda nos hace sonreír, es verdad, pero sus datos de ventas, curiosamente, crecen año a año en Europa. Los productos anunciados en tv siguen teniendo un innegable tirón.

Hubo un tiempo en que trasnochaba mucho, me echaba tarde y me despertaba tarde. Solía ver alguna película a partir de las 12 de la noche y luego hacía un poco de zapping. Y ya se sabe que a partir de las 2 de la mañana llega el turno de la teletienda. Siempre solía quedarme unos minutos para comprobar que nuevo cacharro se habían sacado de la manga: la enésima sartén antiadherente o el definitivo cuchillo que lo corta todo, hasta el diamante…

Seguro que muchos no opinan como yo, pero considero que la teletienda tiene un toque amable que hace de estos programas un espacio en el que relajarse y dejar de pensar. Aunque nunca compres nada, resulta casi enternecedor como esos presentadores ponen toda la carne en el asador para venderte el último grito en zapatillas de andar por casa.

A veces pienso que la teletienda es más honesta que el resto de productos anunciados en tv, sobre todo los del prime time. En la teletienda sabes que te están intentando engañar, que ese descuento ‘si llamas ahora’ es siempre igual, que el Super Nitro Razor Plus 7000 no es el mejor del mercado, que las demostraciones ‘reales’ están amañadas. Sin embargo, en los anuncios de las grandes empresas siempre tratan de tocarte la fibra sensible con técnicas de neuromarketing mucho más complejas. El objetivo siempre es el mismo en uno u otro caso (vender) pero a mí los de la teletienda me caen mejor, es como el underground de los anuncios en televisión.

Solo una vez intenté comprar algo de la teletienda: una colección de grandes éxitos de la música de los 60 y 70. No pude porque cuando llamé por teléfono me explicaron que había que hacerse socio de no sé qué. Y no, yo solo quería aquellos discos…