Estores llenos de recuerdos

Los estores fotográficos permiten todo tipo de juegos y de combinaciones con imágenes propias. Solo hay que enviarlas para que se fabriquen los estores a medida y con el fondo deseado. Por eso, algunas personas llegan a realizar auténticas obras de arte. Algunas, cargadas de recuerdos y con un toque nostálgico muy significativo.

Un ejemplo muy habitual en este tipo de cortinas son las que se realizan para niños pequeños. En ella se puede hacer un montaje con diferentes imágenes del niño según ha ido creciendo y colgarlas, por ejemplo pasado un año. Cada cierto tiempo, uno o dos años, se pueden cambiar las cortinas con la siguiente evolución guardando las antiguas como un recuerdo original. Una especie de álbum diferente.

En caso de niños un poco más mayores se pueden realizar divertidas cortinas con sus imágenes o incluso reproduciendo alguno de sus dibujos. Un tierno detalle que a ellos les encantará sintiéndose importantes por haber creado sus propias cortinas aunque hayamos podido echarles una manito para conseguir un resultado que además de gustarles a ellos también nos convenza a nosotros.

Los estores fotográficos también pueden reflejar un paisaje, un lugar especial que trae bonitos recuerdos porque se ha ido allí de viaje con alguien especial o en un momento importante de la vida o, simplemente, porque nos ha impactado especialmente.

La imagen puede ser propia o se puede adquirir una que nos guste en un banco de imágenes. A veces, esto es muy buena idea porque se consiguen fotografías muy bonitas, diferentes al resto que hemos visto y que nos transmiten muy bien el espíritu de ese lugar que hemos visitado.

Incluso puede tener un valor sentimental diferente al reflejar una ciudad que no conocemos pero que deseamos visitar. Una especie de recordatorio diario del sueño que tenemos pendiente de cumplir y al que cada día nos podemos ir acercando un poco más. En definitiva, una manera de continuar manteniendo viva la llama de la ilusión y darnos ánimos.

Para una oficina el estor debe de ser menos personal pero no tiene por qué no tener recuerdos implícitos. Por ejemplo, el skyline de una ciudad es perfecto para estores fotográficos en ambiente laboral, pero no hay por qué limitarse al clásico Nueva York, sino que puede ser de una ciudad que nos diga realmente algo y que nos aporte fuerza y ganas de realizar el trabajo diario.