Málaga es uno de los destinos estrella para el turismo internacional. Alrededor de catorce millones de viajeros descubren cada año la capital de la Costa del Sol. Por desconocimiento, irresponsabilidad o negligencia, este público está en el punto de mira de numerosas infracciones relacionadas con el consumo de alcohol o el aparcamiento centro Malaga.
Los turistas en posesión de un vehículo o que se desplacen en coche de alquiler, están expuestos a las multas por estacionamiento indebido. De Málaga interesan sus monumentos históricos, su oferta museística y su litoral, no su ordenanza de movilidad. Como resultado, es frecuente que los viajeros extranjeros sean sancionados por desconocer el sistema de marcas: las líneas blancas indican la gratuidad del aparcamiento, y las azules, verdes y naranja, que es de pago.
La calidez del clima costasoleño también propicia otra infracción al volante bastante común: el uso de ropa y accesorios inapropiados para conducir. La normativa local establece que no puede circularse sin calzado o con chanclas; tampoco es legal permanecer al volante con el torso descubierto. Por irrelevante que pueda parecer, esta infracción debe tomarse en serio, pues acarrea sanciones económicas de hasta doscientos euros.
Las infracciones también acechan fuera del vehículo. Los turistas que callejean por Larios o que frecuentan los locales sitos en las plazas de Uncibay, Mitjana o la Merced, suelen entregarse a las bebidas alcohólicas, cuyo consumo es legal dentro de las terrazas y bares, no así en plena calle. Más de seis mil residentes y turistas son multados al año por esta infracción. Las actitudes irresponsables también acarrean multa, en caso de alterar el orden público o comprometer la salud de la persona o de su entorno. Es el caso del balconing, práctica consistente en precipitarse desde el balcón del hotel hasta la piscina. Este desafío, como otros que proliferan en redes sociales, se ha cobrado docenas de vidas en los últimos años.