Tradición familiar 

Dicen que mi bisabuelo recorría Andalucía en una carroza en un teatro ambulante, aunque no sé si es una anécdota inspirada en La Strada, la película de Fellini. Lo que sí es seguro es que mi abuelo fue actriz de teatro y tanto mi madre como mi padre estuvieron vinculados al mundo del cine: él fue actor y guionista y ella directora artística. Con semejante tradición era inevitable que yo estuviese relacionada con este negocio, aunque no siempre fuera mi intención. 

De niña aparecí en algún cortometraje y se me auguró una gran carrera en el cine, pero fui perdiendo interés más tarde cuando empecé a vincularme con otras historias que también me gustaban. Y me puse a estudiar Bellas Artes hasta que pasados dos años me di cuenta de que no era lo mío y que llevaba la interpretación en la sangre. Quisiera o no quisiera, era lo único que se me daba bien, así que di un giro a mi vida y volví a la casilla de salida: me puse a estudiar una Diplomatura en Actuación Escénica y Audiovisual.

Aunque ya tenía algo de experiencia y contactos suficientes gracias a mi familia, no quería entrar en el negocio por una puerta falsa. Quería formarme y estar en contacto con la parte teórica de la profesión. Una buena actriz debe ser versátil. Muchas personas, cuando empiezan, creen que lo único que van a hacer son películas o series, o quizás teatro. Pero hay demasiados actores para tan pocos papeles. Así que hay que estar abierto a otros sectores como la publicidad o la televisión. 

El tiempo que he pasado estudiando la Diplomatura en Actuación Escénica y Audiovisual ha sido una experiencia fantástica porque he retomado algunas cosas que ya creía asumidas y me he dado cuenta de que la actuación es uno de los trabajos más exigentes que existen a nivel emocional. Ponerte en la piel y en el corazón de otra persona es realmente complicado. Pero apasionante. Ahora que he terminado mi formación ya me siento con las suficientes garantías para continuar la gran tradición familiar. 

Anuncios que producen grandes sensaciones

Seguro que más de una vez has visto un anuncio en la televisión y te ha causado una oleada de sensaciones. Por ejemplo, ver un anuncio central lechera asturiana y, de repente, sentir que estás saboreando un vaso de leche con un gusto intenso y auténtico como tanto te gusta. Y es que solo con ver el envase de este producto ya rememoras su sabor y los paisajes asturianos o el poder ver a las vacas pastando en plena naturaleza también ayudan a intensificarlo.

Los expertos en publicidad saben mucho sobre cómo producir este tipo de sensaciones en el espectador. Por un lado, tratando de despertar su nostalgia. Es el caso del anuncio de Central Lechera que hace que mucha gente se acuerde del pueblo de sus abuelos que solía visitar en su infancia. Por otro lado, mostrando a personas con las que podemos identificarnos, como los trabajadores de Central Lechera que salen en la publicidad. Y no es la única marca que usa a sus trabajadores como los mejores embajadores de sus productos.

Estos pequeños trucos funcionan muy bien con productos alimenticios. Pero cuando se venden otro tipo de artículos de lujo, como perfumes o coches, entonces lo que se estimula no son las sensaciones vividas, sino las que nos gustarían vivir. Entra en juego la imaginación y también la fantasía de la gente, lo que les gustaría ser en lugar de lo que son realmente.

Por eso, cuando se presenta un perfume de lujo suele estar anunciado por un modelo o por un actor o actriz. Personas con mucho glamour que se han convertido en referentes y en representantes de una vida perfecta, la que todos imaginamos como ideal. Jugando con estas sensaciones se nos vende un perfume con el que podremos sentirnos sensuales, glamourosos o atractivos, aunque solo sea en nuestra imaginación.

Las aguas de colonia, por el contrario, se anuncian mostrando agua de arroyos, hierba mojada o paisajes muy frescos y primaverales porque es la sensación que aspiramos a tener con este tipo de productos que nos ayudan a mantener esa sensación de recién duchados durante más horas.

O si se nos pretende vender un producto relacionado con el deporte, nos lo anunciará un deportista de élite o una persona con un aspecto físico estupendo y no alguien que, como posiblemente sea nuestro caso, vaya a comenzar a realizar deporte en este momento.

Y tú, ¿has sentido como juegan con tu imaginación y sensaciones en la publicidad?