Date un capricho muy sabroso

Ahora que el jamón de Jabugo es la denominación de origen que sustituye a la anterior nomenclatura de jamón de Huelva, es la excusa perfecta para hablar de este producto tan sabroso y tan especial.

Si alguien te dice que todo el jamón es igual, invítale a comprar jamon jabugo y comprobar la diferencia. La textura de su carne, la vetas de grasa que hacen que sea tan jugoso que parece que se deshiciera en la boca y los matices de su sabor le demostrarán que, evidentemente, no todo el jamón es lo mismo.

Si te vas  a dar el capricho de comprar auténtico Jabugo deberías de hacerlo en una tienda donde realmente sepan cortarlo. Olvídate de ofertas de supermercado en las que te cortarán todos los productos de una forma poco profesional en la que prima la rapidez.

Un buen jamón tiene que tener un buen corte y una estupenda conservación, por eso la mayoría de las personas que aman el Jabugo optan por comprar la pieza completa y cortarla ellos mismos en su casa, asegurándose de que siempre está en las mejores condiciones de conservación.

En cualquier caso, un buen cortador de jamón también puede ofrecer un producto de alta calidad con la mejor presentación y el grosor prefecto para saborearlo con toda la intensidad que se merece.

La bebida perfecta para este jamón de sabor intenso son los vinos finos de Jerez, aunque si se quiere celebrar una ocasión especial se puede acompañar con un cava de reserva. Pero para qué mentir, un jamón con este sabor está tan rico que incluso acompañado de una cerveza es un manjar que merece la pena saborear.

En lo que todos están de acuerdo es en que este jamón se debe de tomar solo o, en todo caso, acompañado de un poco de pan. Pero no se debe de tomar con tomate o con otro producto que pueda restar sabor o camuflar sus matices. En muchos lugares es habitual tomar una tapa de jamón junto con una de un buen queso de la tierra. No es una mala combinación aunque deben de saborearse ambos productos por separado.

Siempre hay una ocasión perfecta para celebrar con jamón de Jabugo y, si no se tiene, podemos darnos ese capricho especial porque seguramente nos lo merecemos. El jamón no solo es delicioso, es un alimento muy saludable, rico en proteínas y perfecto para darse un gustazo sin sentirse demasiado culpables.

Adiós a mi coche de toda la vida

Todo tiene un principio y un final, aunque con algunas cosas uno cree que va a ser para siempre. Pues no. Mi coche de toda la vida se ha ido para no volver. Después de más de una década, se vendió por una cifra que no diré, por vergüenza. Un amigo de mi padre, fan de los coches baratos, se hizo con mi “súper deportivo”. Lo malo del asunto es que no pude ni siquiera despedirme de él. La venta se hizo a mis espaldas…

Me gustan los coches, pero no soy un aficionado acérrimo. Si veo un buen coche por la calle, me quedo mirando y los disfruto, pero tampoco sueño con tenerlo. Siempre he considerado los coches como objetos de lujo, de esos de los que se puede perfectamente prescindir. Por supuesto no incluyo aquellos casos en los que el vehículo es imprescindible para trabajar. Pero en mi caso, que no lo es, nunca me ha parecido necesario gastarme tanto dinero en un coche.

Creo también que los coches son el ejemplo más palpable de postureo. El coche como representación simbólica de lo que uno es, y sobre todo de lo que uno tiene. En el barrio en el que vivo actualmente está superpoblado de SUVs  de firmas como BMW o Audi. Se diría incluso que los regalan con el acceso a la vivienda. Seguro que alguno de los propietarios de un coche de este tipo me diría que lo ha comprado por su seguridad, por su fiabilidad, etc. Pero no. Porque si fuera así se habrían comprado un Honda o un Toyota, los más fiables del mercado según diversos análisis.

Pero volvamos a los coches baratos. Volvamos a mi coche, un Renault Clio del año 91 que pasó por varios miembros de mi familia hasta llegar a mi cuando saqué el carné. Me acostumbré a él, a pesar de sus deficiencias, que tenía bastantes. Pero cuando me montaba en él, me sentía como en casa. Son tantos recuerdos asociados a ese coche. Cuando me cambié de ciudad, el coche se quedó en casa y lo siguió usando mi padre como segundo coche. Yo le dije en varias ocasiones que lo vendiera pero nunca lo hizo. Hasta hoy. No me podré despedir. Un minuto de silencio por mi Clio oxidado.