Un trabajo de segunda mano

Todos los días me planteo sacar partido a la cantidad de ropa y otros enseres que tengo sin usar por casa o por los trasteros. Esta moda de la segunda mano parece diseñada para gente como yo, con un pie en el Síndrome de Diógenes. Me cuesta mucho tirar las cosas que no uso, porque siempre pienso que algún momento la luz se volverá a encender y esa camiseta tan fea de hace 20 años volverá a ser el no va a más. Pero por falta de tiempo (o ganas) siempre  termino olvidándome de mi objetivo de hacerme rico vendiendo cosas de segunda mano…

Tengo algunos amigos, sin embargo, que han llevado lo de la segunda mano al extremo y obtienen unos ingresos nada desdeñables con sus ventas a través de las aplicaciones más famosas. Una amiga, concretamente, está pensando en convertir esta afición en algo más. Siempre le ha gustado la moda, especialmente lo vintage, y aunque no tiene estudios directamente relacionados con la moda se ha convertido en una verdadera autodidacta.

Al principio empezó vendiendo ropa propia que ya no usaba. A veces, la modificaba un poco o la arreglaba: cordon de algodón por aquí, unas cintas de fantasía por allá… Transformaba sus prendas viejas en algo nuevo con un par de detalles simples. Poco a poco, empezó a comprobar que cada vez tenía más seguidores en sus cuentas que esperaban con interés la próxima prenda a la venta.

Una vez quedó con una chica que estaba interesada en comprarle un vestido y entonces lo entendió. Aquella chica le comentó que lo que vendía no se podía encontrar en ningún sitio, que aunque tomaba como base prendas de otras tiendas ella le daba un toque único con su cordon de algodón o con sus botones añadidos.

Así es que como empezó a dar forma a la idea de convertir su afición por la segunda mano en una forma de ganarse la vida. Ahora está empezando a diseñar una web en la que venderá directamente sus creaciones, sin pasar por el filtro de las apps de segunda mano.

Los postres más saludables para niños y adultos

Muchas personas comen muy sano pero luego desequilibran su alimentación tomando postres demasiado azucarados o con muchas calorías. Incluso sucede esto con los niños, que se acostumbran a comer menos para poder tomar tarta, pastelitos o galletas una vez que acaban el plato principal. En muchos casos, comen menos para poder tomar esa recompensa que les produce un mayor placer en el paladar.

Estos son los postres más saludables para toda la familia, que pueden formar parte de una alimentación totalmente equilibrada.

-Los postres lácteos: En el caso de los niños mejor aquellos que han sido realizados con leche entera o semidesnatada. En el caso de adultos, la leche semidesnatada o desnatada si se necesita controlar el peso. Es preferible que no lleven azúcar añadido o que sean caseros, pero si no puede ser así, se debe de elegir una marca de calidad que garantice buenos ingredientes.

Lo mejor son los postres caseros con poca azúcar y que controlen los valores de calorías, pero un postre sencillo como un yogur fresa también es válido y siempre es preferible a cualquier pastelito aunque pueda tener un poco de azúcar añadido.

-La fruta: Un postre clásico que siempre sienta bien a todo el mundo. La fruta es muy saludable y ofrece muchas variaciones de sabor y de texturas. Por ejemplo, se puede tomar una mandarina, que encanta a todos los niños o una manzana asada con un toque de canela y un poco de edulcorante para evitar el azúcar.

La fruta es el alimento perfecto para comer entre horas, por eso muchas personas prefieren comer la fruta a media mañana o a media tarde en vez de hacerlo tras las comidas. Y es que, como pasa con todo, tampoco se debe de abusar en su consumo.

-Las gelatinas: muchos niños no quieren tomar fruta después de comer, pero sí lo harán si se les prepara en forma de gelatina casera. Hay que escapar de las gelatinas compradas de sabores con mucho azúcar, ya que realmente no llevan nada de fruta. Es tan fácil como licuar tú mismo la fruta y añadir unas hojas de gelatina previamente hidratadas y deshechas en agua.

Incluso se pueden añadir trocitos de fruta a la gelatina casera. Una auténtica golosina para los niños que les dará un gran aporte de proteína y de vitaminas. Pero recuerda, solo si es realmente casera es sana.