Tenderos bordes 

En mi calle existe una pequeña tienda de productos ecológicos y certificados que tanto a mi familia como a mí nos viene muy bien. Y es que todos tenemos alguna intolerancia o alergia o la hemos padecido. Mi hijo, por ejemplo, tuvo que tomar durante un tiempo leche hidrolizada porque presentaba alergia a la proteína de la leche. Y este tipo de leche la vendían en la tienda. Así mismo yo soy alérgico a la lactosa y suelo ir a comprar Leche desnatada certificada sin lactosa en la tienda.

Y entonces, ¿cuál es el problema? Que el de la tienda es un borde. Bien es cierto que yo no soy la persona más fácil y de trato más amigable del mundo, pero ese tipo es un borde, no sabe tratar a los clientes… o al menos a mí. Hay veces en la vida que alguien no te entra por el ojo y le declaras enemigo. Pues algo así ha debido hacer él conmigo. Soy su enemigo y así me lo indica cada vez que entro en la tienda.

De alguna forma es algo poco habitual: ¿qué propietario de una tienda tira piedras contra su propio tejado? Es decir, sabe que soy un cliente habitual. Por el tipo de compras que hago supondrá que en mi casa necesitamos varios de los productos que él vende. Sabrá también que siempre se pueden comprar en otra parte. Por ejemplo, la Leche desnatada certificada sin lactosa también está en algún supermercado. Pero me ve rondando todos los días por ahí así que sabrá que vivo al lado. Y así y todo me trata con extremo desdén.

Lo primero es que nunca me dice ni hola ni adiós. Entro, me mira de reojo y a lo suyo. Yo paseo un poco por los pasillos buscando mis cosas, me acerco a su mesa le pongo los productos en la misma, me los cobra y ya está. Ni me mira. La cuestión es que le he visto con otros clientes y sin ser la alegría de la huerta, al menos les habla y les recomienda productos. ¿Qué le he hecho yo a este hombre?