Los detalles mejoran el rendimiento laboral 

Está claro que si el capitalismo dependiera de gente como yo se venía abajo en dos días dada mi poca afición al consumo. Intento exprimir al máximo todos los productos que compro, y rara vez me dejo llevar por un capricho. Si un móvil funciona, no lo cambio, si un teclado funciona, sigo con él hasta el final. Ahora bien, esta actitud no siempre es positiva porque no será la primera vez que sigo usando un aparato o un producto que, a todas luces, ya no funciona como debiera.

Y esto lo noto incluso con el trabajo. Puedo poner bastantes ejemplos en los que, a lo mejor, debería haber adquirido mucho antes material de oficina nuevo y no seguir empeñado en usar lo antiguo. Algo parecido me ha sucedido, sin ir más lejos, con el teclado. Me paso el día tecleando, es lo que más tocan mis manos a lo largo del día. Y, sin embargo, aposté estos últimos años por un teclado barato. Craso error. La velocidad a la hora de teclear se ve muy afectada por el tipo de teclado. Pero no me di cuenta hasta que me harté del viejo.

Porque sí, seguía funcionando, pero mal… porque nunca funcionó muy bien. Entonces peiné el mercado buscando un buen teclado y vi uno que valía como cinco veces más que mi viejo teclado. Pero todo eran críticas positivas de personas como yo que lo usan mucho y a diario. Así que lo compré y no puedo estar más satisfecho. Mi ritmo ha mejorado mucho y estoy mucho más cómodo trabajando. Un acierto total.

Así que los detalles también son muy importantes para el trabajo, incluyendo el material de oficina. ¿Nunca has comprado unos post-it que no pegan? Y te empeñas en poner el post-it en la pantalla del ordenador, pero cuando vuelves ya están en el suelo. Pues eso no pasa con los de la propia marca. Son detalles menores, pero, en conjunto, contribuyen a hacer el trabajo más fácil. Y si hay que gastar un poco más y cambiar más habitualmente de productos y aparatos, habrá que hacerlo, aunque sirva para sostener un poco mejor al capitalismo.