5 recetas con anchoas más emblemáticas de la gastronomía

Los boquerones en salmuera gozan de popularidad en la cocina española y constituyen el ingrediente central de numerosos platos y tapas de norte a sur, de este a oeste del territorio nacional. Justo es reconocer, además, que el uso de Conserva Anchoas en Aceite de Oliva trasciende los límites de nuestra gastronomía, pues también franceses, italianos o mejicanos han sabido apreciar este manjar.

 

Buen ejemplo de la fama universal de las anchoas es la ensalada niçoise o nizarina, donde constituye uno de los ingredientes clave, junto con las aceitunas, los tomates, las judías verdes, las patatas, el huevo, el atún y por supuesto la lechuga. Esta ensalada proveniente de Niza puede degustarse hoy en cualquier restaurante francés.

 

Otra ensalada donde los boquerones serán bienvenidos es la César. ¿Anchoas en una ensalada César? Canónicamente, la creación del italiano Caesar Cardini carece de este ingrediente, pero diversos gastrónomos apuntan que la receta originaria contenía salsa de anchoas (debe recordarse que la Cardini nació en Milán, por más que fuera la Tijuana de 1924 la que viera nacer esta icónica ensalada).

 

Donde las anchoas no pueden faltar es la pissaladière, una especie de tarta o pizza originaria de Liguria y que se cocina especialmente en la ciudad de Génova. Entre sus componentes destacan las cebollas, las aceitunas, los ajos y diversas especias (orégano, tomillo, albahaca), además de las anchoas.

De vuelta a los fogones franceses, otra receta donde las anchoas brillan con especial intensidad es la tapenade —valga la redundancia— de anchoas. Este aperitivo se elabora, además, con albahaca y aceitunas, formando una pasta untable que se utiliza como acompañamiento de canapés, galletas, salsas, etcétera.

 

De origen español son las tostas de anchoa, un platillo accesible en la mayoría de bares y restaurantes nacionales, a menudo acompañado de huevo, tomate, queso en crema, pimientos y otros ingredientes comunes en la gastronomía ibérica.

Preparando la ruta 

Hemos tenido que posponer el viaje a última hora cuando ya lo teníamos bosquejado. Pero las prisas no son buenas consejeras para estas cosas. Tenemos un protocolo muy claro para preparar nuestros viajes de larga distancia, pero habíamos perdido un poco la práctica después de paralizar los viajes estos últimos tiempos. Entonces vimos una ocasión para aprovechar una oferta de un viaje a Islandia y nos pusimos manos a la obra, pero a última hora paramos.

Ya estábamos cerrando algunos detalles, hasta teníamos previsto dejar el coche en el Parking blanco Madrid antes de coger el avión, pero a la hora de revisar los precios de los hoteles nos echamos para atrás. Es lo que tiene improvisar un viaje de estas características, que el presupuesto se dispara sin darte cuenta. 

Los vuelos ya eran bastante caros debido a los extras de los equipajes, algo que está encareciendo mucho los vuelos low cost que ya no lo son tanto, sobre todo cuando quieres viajar con algo más que una mochila o un diminuto bolso de mano. Y es que las aerolíneas de bajo coste no han tenido una buena temporada y tratan de rascar donde pueden. Todavía podíamos asumir el coste de los vuelos, pero no contábamos con que los hoteles de Islandia son tremendamente caros. Y como tampoco tenemos ya edad para dormir a la intemperie en un glaciar pues hemos decidido esperar un poco.

Pero toda la información que hemos ido recopilando durante este tiempo nos ha servido para tener el futuro viaje más preparado. Por ejemplo, está el tema del Parking blanco Madrid que lo vamos a usar para dejar el coche cuando lleguemos a la capital ya que nos parece la forma más cómoda. Teniendo en cuenta que preferimos llegar en coche para coger el avión, esta fórmula es la ideal.

Por otro lado, si esperamos unos meses estamos viendo que los hoteles son más baratos porque ya no será temporada alta. Y aunque pasaremos un poco más de frío, creemos que merece la pena para no congelarnos la cuenta corriente, que también hiela la sangre.

Una ayuda para la casa 

A mi marido lo destinan tres meses a un proyecto en el extranjero y hemos tenido que pedir ayuda porque yo no voy a dar abasto sola con el trabajo y los niños. Mi madre nos va a echar una mano durante ese tiempo. Ella siempre se ofrece para ayudarnos, pero sé que también a veces quiere tiempo para ella porque no es la típica jubilada que no sabe qué hacer: al contrario, está todo el día de acá para allá. Pero dadas las circunstancias se han ofrecido para estar con nosotros y su ayuda será muy bienvenida.

Pero como es más inquieta que mi hijo pequeño, ya al poco de estar en casa ya ha empezado a sugerir cosas. Porque mientras los niños están en el cole es verdad que ella va a tener tiempo libre y lo quiere aprovechar y como es muy hábil con todo lo relacionado con la decoración y los trabajos manuales, me ha sugerido algunos cambios en casa.

De primeras siempre le digo que no porque no me gusta que me cambien mis cosas, pero la mayoría de las veces, tengo que admitirlo, tiene razón. Y mucha razón tiene con el tema de las cortinas. Mi madre es muy tiquismiquis con ese tema y me ha dicho que puede colocar cortinas con tablas. Me han enseñado algunas opciones y lo cierto es que pintan bien.

No lo voy a admitir, pero es verdad que ya llevaba tiempo queriendo cambiar las cortinas. Pero si no es una cosa es otra, siempre había algo más urgente en casa que requería nuestra atención. Y es que, con tres niños en casa, las cosas se gastan o se rompen siempre antes de lo esperado. Pero ahora con mi madre quizás sea el momento de hacerle caso y probar con esas cortinas con tablas.

A pesar de que a mí me gusta mucho la decoración, la verdad es que no he heredado su maña. Es un placer ver cómo trabaja, con rapidez y eficacia, aún con su edad. Y sé con toda seguridad que lo va dejar todo ideal. Cuando vuelva mi marido, la vamos a echar mucho de menos.