Un anillo para toda la vida 

Debo decir que llegué a obsesionarme con la alianza para mi boda. Me parecía el elemento simbólico por excelencia de un enlace de este tipo… y me lo sigue pareciendo a día de hoy. Al final, hay una parte esencial en una boda (el enlace entre dos personas, ya sea religioso y/o legal) y la fiesta y eventos subyacentes. 

Si eres de lo que prefieres un “bodorrio” tendrás muchas cosas que preparar porque es un importante negocio y cada vez son más las facetas “obligatorias” de esta clase de acontecimientos. Es decir, hace un tiempo nadie ponía un photocall. Ahora no hay boda sin el (dichoso) photocall. De cualquier forma, es cuestión de cada uno. El problema es que siempre se casan dos personas (bueno menos cuando se casan tres, pero esa es otra historia) y no siempre están de acuerdo para todo.

En nuestro caso, yo ponía mucho más interés en cuestiones como los anillos por lo que me pateé un montón de lugares de alianzas Vigo. Y, sin embargo, a mi futura mujer le importaba menos, estaba más interesada en cuadrar todo lo relacionado con el menú y demás. Al final, tampoco fue un problema, sino que suponía una cierta ventaja al permitirnos a cada uno ocuparnos de una diferente faceta de la boda.

Y así fue como yo me centré mucho en el tema de los anillos que quería que fueran muy especiales. Por supuesto, en el anillo debían aparecer nuestros nombres y la fecha como suele ser tradición, pero la cuestión es que yo buscaba un material original para la confección de los anillos porque estaba obsesionado con que fuera un anillo mate, algo no del todo fácil de encontrar, y sobre todo en anillos de calidad para que tengan una extensa vida útil… Si puede ser, para toda la vida.

Por todo ello me vi obligado a recorrer muchos lugares de alianzas Vigo hasta dar con la tecla. Pero al final lo logré. El problema fue que a mi futura mujer no le iba nada ese “rollo del negro” por lo que terminamos optando por un anillo diferente para cada uno. Y así seguimos… muchos años después.